El empate ante Osasuna ha dejado un panorama más que nublado para Jiménez. Hasta el punto que a corto plazo se va a jugar su futuro con casi total seguridad en el triple duelo copero y liguero que va a mantener en apenas una semana ante el Deportivo. Hay que hacer al respecto un apunte: el presidente José María del Nido nunca ha sido amigo de los cambios en el banquillo a mitad de temporada; más bien los odia. Sin embargo incluso su paciencia tiene un límite.
¿Qué pasa por la cabeza de los rectores sevillistas, y más concretamente por la del presidente? En realidad se están valorando ciertas señales negativas y preocupantes. Por supuesto, y en primer lugar, la imagen del equipo desde un aspecto futbolístico puro y duro, deteriorada en las últimas semanas de competición. Tampoco se obvia el evidente descontento de la afición, que volvió a hacerse patente el pasado domingo en el Pizjuán.
Pero además, y ésto quizá sea lo más importante, dentro del club comienzan a valorarse seriamente ciertos indicios de deterioro en la conexión entre técnico y plantilla, mucho más preocupantes a medio y largo plazo.
En este sentido, el ténico mantuvo ayer una reunión de casi una hora con sus jugadores antes de saltar al campo de entrenamiento para tocar todos estos temas. Sabe el de El Arahal que una eliminación copera podría ser la puntilla.
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