Gran partido del Sevilla, que borró plenamente al Villarreal del terreno de juego e incluso pudo golearle, si no hubiera sido por la falta de tino en la segunda parte. Renato marcó el único tanto del encuentro. Adriano jugó uno de sus mejores encuentros como sevillista
Después de la gran victoria en el Bernabéu, el complicado choque de esta noche ante el Villarreal se antojaba como una magnífica oportunidad para refrendar las buenas sensaciones que arrojó el equipo en la capital de España. El Sevilla supo estar a la altura de las circunstancias, jugó un gran partido, liderado por Romaric, muy fino en la medular, y Adriano, que cuajó una actuación memorable. Renato al filo del descanso logró el tanto de la victoria y en el segundo tiempo el Sevilla bordó la brillantez con un excelente arranque y sobre todo a raíz de la expulsión de Llorente, tras la que se sucedió un torrente de ocasiones que sólo las magníficas intervenciones de Diego López impidieron que la contienda acabara en una contundente goleada.
Si el Sevilla esta noche no rozó la perfección fue porque no goleó a su contrario. En frente estuvo el Villarreal pero se podía decir perfectamente que era un equipo de zona baja de la tabla, un enjuto sparring dispuesto a recibir ganchos de un peso pesado intratable. Eso fue un poco lo que ocurrió esta noche. El Sevilla desde el primer momento tomó el mando, con un Romaric sensacional, posiblemente la mejor versión del marfileño en el Ramón Sánchez Pizjuán. Al ritmo del africano el Sevilla dijo presente y se metió en el campo de los visitantes, que sólo se limitó a aguantar los golpes con la mayor entereza posible.
El empuje sevillista se acrecentó con el paso de los minutos y sólo la falta de precisión en el último pase privaba al respetable del primer tanto. Se avecinaba el descanso y corría la sensación por los graderios de Nervión de que se estaba dejando escapar vivos a los castellonenses al descanso. Pero justo en la última jugada para llegar al intermedio, la presión local acabó dando sus frutos. Saque de banda de Drago, Kanouté la pincha y Renato, el más listo de la clase, mete la pierna viniendo desde atrás, en el momento clave para encarrilar el encuentro.
En la reanudación el Sevilla dio otro paso adelante, salió con ambiciones renovadas, dispuesto a sentenciar por la tremenda. Adriano, desde la izquierda, era el gran canalizador de los ataques nervionenses. El brasileño, que en la primera parte ya había desconcertado a Ángel, bailó con la excelencia. Su banda se convirtió en una acolchada autopista por la que el de Curitiba se paseaba a su gusto y repartía asistencias como para cuadrar una auténtica goleada. Nada más arrancar el segundo acto, a Kanouté le sirvió un tanto en bandeja, pero el malí remató en boca de gol alto. Casi acto seguido Renato tuvo la suya y de nuevo por la izquierda Adriano templó un cuero con sabor a veneno que Luis Fabiano, que había salido instantes antes por Kanouté, remató demasiado forzado. La exhibición de Adriano no quedó ahí. Sobre todo, con la expulsión de Llorente, se acabó creciendo sobremanera, desbordando cuantas veces quiso a su plena conveniencia.
Lo peor era que el alud de fútbol que emanaba desde la siniestra no acababa en el fondo de las mallas. Navas también se sumó a la fiesta y Luis Fabiano buscó el gol con ahínco, sin suerte... Pero en frente estaba Diego López, un excelente cancerbero que desbarató hasta cinco ocasiones claras de los hispalenses. Con el público entregado, el Sevilla mantuvo controlada la situación hasta los últimos cinco minutos, en los que el Villarreal se fue arriba a por todas, estampándose con la seriedad de la línea defensiva nervionense, cada vez más asentada.
Sevilla FC.es
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